jueves, 1 de agosto de 2019

al poeta Mauro Morgan


ligado a un persistente dolor
que lastra fiesta
y soledad,
un niño olvidado,
y el recuerdo
de caricias eventuales:
las horas lo tumban
sobre papeles amarilleados
en un tiempo ajeno,
hasta reconocerse
en el hueco
de otras manos,
Una parte de sí
visita el despeñadero,
otra vuela
si está la seda.
Persigue una voluta
y cuando casi la toca,
un hada maligna
la ha convertido en bastón.
Sin embargo,
sus exiguos años
no atestiguan las arrugas
de sus manos
ni las ojeras
de musgo anticipado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario